Editorial
El proceso de vacunación para poner freno a la pandemia por el SARS-CoV-2 avanza a pasos agigantados en muchos países, permitiendo ver la luz al final del túnel. Sin embargo, en otras latitudes, ya sea por menores recursos, desidia de las personas con el poder de tomar decisiones y el temor de la población, el porcentaje de vacunación deja mucho que desear. En estos tiempos modernos, donde la eficacia de la vacunación como la mejor medida preventiva para reducir la morbimortalidad global no debería ser puesta en dudas, es doloroso ver figuras públicas fustigar los distintos esfuerzos dirigidos a aumentar el número de personas vacunadas. Los argumentos usados por estas “autoridades” carecen de todo sustento científico y son fácilmente debatibles con evidencia mínima, pero vivimos en la era digital y el internet ha permitido que cualquier persona con una mínima habilidad lectora se sienta en capacidad de discutir con autoridades que han dedicado su vida a la investigación. Este fenómeno, conocido como el efecto Dunning-Krüger, postula que las personas sin conocimientos en un área específica desconocen los límites de su ignorancia. Claessens et al. publicaron los resultados de su investigación con esta premisa de fondo en la era COVID (Claessens et al. Open Forum Infectious Diseases, Volume 8, Issue 4, April 2021). Analizaron múltiples variables relacionadas con los conocimientos de 2487 sujetos en temas relacionas con el COVID. Como era de esperar, aquellos con los peores resultados usaban como fuente de información primaria el internet y las redes sociales y su nivel educativo era pobre. El promedio de percepción del nivel de conocimientos era elevado y para nada relacionado con la realidad. Las nuevas generaciones tienes millones de volúmenes de conocimiento al alcance de la mano, pero se decantan por las más accesibles. Las que les llegan en sus momentos de ocio en textos de corta duración, sin un solo artículo que sustente las palabras que emiten. Toman estas falacias como verdades absolutas y las diseminan como el virus que tanto dicen conocer. Es imperativo impulsar una reforma educativa a todo nivel, pero debemos empezar por nosotros mismos. Tenemos que aprender a olvidar lo aprendido y a partir de cero. Aceptar que lo postulado por un solo investigador o un solo artículo dista mucho de ser verdad, verificar la fuente de cualquier noticia que nos llegue y aprender a leer de manera crítica las investigaciones científicas. Mientras no hagamos eso, el problema seguirá, ya que las personas que deberían poner orden son víctimas de su propia versión de Dunning-Krüger y cuando una mentira viene de boca de una autoridad, el daño que provoca es peor. A veces tenemos que aceptar que no sabemos. Ese es el primer paso hacia el verdadero conocimiento.