¿Cuál es la razón para pensar que el concepto de narrativas puede ser potente para explicar el modo como tienen lugar los procesos de comunicación (social) en el contexto de la sociedad contemporánea? Si partimos de la afirmación de Levy (2007), la cual nos dice que «el ciberespacio no está desordenado, expresa la diversidad de lo humano» (p. 93), en un mundo en el cual la conectividad parece ser una condición de la vida social, la pregunta que surge desde lo comunicativo es ¿qué es lo que emerge como dispositivo(s) propio(s) de la mediación comunicativa en un mundo globalizado? De otro lado, hoy en día todo el mundo parece querer ser solo escuchado: «Síganos» es el imperativo que uno encuentra en la web y en las redes sociales, pero nadie parece querer escuchar al otro. A la par de este contexto, la conectividad parece haber acrecentado la complejidad del entramado de los relatos, haciendo pensar en cómo estos «entramados socio-técnicos-culturales» (Levy, 2007, p. XX) generan los procesos de identidad y de construcción de una memoria cultural que hace que individuos y colectivos le atribuyan significados a sus acciones (Castells, 1999). Las narrativas mediáticas se constituyeron en la forma hegemónica de encuentro en nuestras sociedades latinoamericanas, como dice Rincón (2006): «el potencial de acción simbólica de los medios de comunicación está en la competencia que tiene para producir vínculo y conexión entre los seres humanos, para imaginar relatos en los que quepamos todos» (p. 99). En Colombia hay una tarea pendiente por construir unas narrativas pensadas no desde el género —y no porque no tenga que ver con ello—, sino que se trata de poder comprender y proyectar «esas nuevas sensibilidades que conectan con los movimientos de la globalización tecnológica que están disminuyendo la importancia de lo territorial y de los referentes tradicionales de identidad» (Martín-Barbero, 2002, p. 177) en un país que necesita construir una memoria que lo proyecte hacia un futuro en paz. Por esta razón, en la perspectiva de los estudios culturales, «desentrañar en el mundo estas narrativas recurrentes y heterogéneas, las insólitas tramas de sabiduría práctica, identidad cultural y subjetividad política» (Herlinghaus, 2004, p. 15) es una tarea pendiente.