El estatuto lógico de un enunciado literario es diferente al que le corresponde a un acto de comunicación estándar, tanto escrito como oral. Tal distinción remite a dos principios básicos de la Pragmática lingüística, el de cooperación y el de sinceridad. Cuando nos comunicamos con alguien, no solo tendemos a creer lo que nos dice, sino que rechazamos la idea de que su conducta a este respecto pudiera ser la opuesta. Por el contrario, al leer una novela, asumimos voluntariamente la «willing suspensión of disbelief» así definida por Coleridge. Se trata, en definitiva, de la diferencia fundamental existente entre ficción y realidad o verdad. Pero semejante distinción, tan clara, puede ser objeto de revisiones, contradicciones y manipulaciones, cuya incidencia se intensifica cuando desde el universo literario damos el salto a la utilización del lenguaje en la comunicación política.