Don Pedro Girón, maestre de la Orden de Calatrava entre 1445 y 1466, fue uno de los personajes más controvertidos de la Castilla del siglo XV, tanto por su supuesta actitud despiadada, como, sobre todo, por seguir los pasos de su hermano, el sibilino marqués de Villena, don Juan Pacheco. En este trabajo se analizan las repercusiones que tuvo una de las mandas que el maestre dejó instituidas en su testamento, en la que requería que, en su nombre, por el bien de su alma y en exoneración de su conciencia, se indemnizase a las víctimas de sus robos y sus abusos de poder. Su hijo y heredero, Juan Téllez Girón, el segundo conde de Urueña, hubo de afrontar durante décadas la obligación de resarcimiento que su padre había establecido, hasta que, definitivamente, decidió requerir la ayuda de uno de los grandes juristas al servicio del papa, Giovanni Battista Caccialupi, que le ofreció una solución legal y teológica, que, por fin, le permitiría librarse del desagravio requerido.