Calidad del aire en Barcelona durante el confinamiento por la COVID-19 y su efecto global en las emisiones de CO2
La pandemia de la COVID-19 está teniendo un enorme impacto negativo en la salud humana, con más de 4,44 millones de muertos en todo el mundo; en la economía, con una profunda y abrupta crisis sin precedentes; y en la sociedad, con millones de personas en situación de desempleo y dependientes, en el mejor de los casos, de los sistemas de asistencia social o de bienestar público. El confinamiento domiciliario, las medidas para limitar la actividad económica no esencial y las restricciones de los viajes en muchos países durante la primavera de 2020 llevaron a mejoras rápidas en la calidad del aire de las ciudades. Un análisis detallado de las inmisiones diarias de Barcelona de siete contaminantes (CO, SO2, NO, NO2, NOx, PM10 y O3) muestra una clara disminución desde mediados de marzo hasta junio, con el pico en abril y en los óxidos de nitrógeno. Para estos contaminantes, la reducción de la densidad del tráfico es muy probablemente la principal causa de la disminución de sus inmisiones. Por otro lado, la reducción global de las emisiones de CO2 derivadas del uso de combustibles fósiles se estimó en aproximadamente un 8 % en 2020, lo que, a pesar de constituir una caída sin precedentes, tendrá poco impacto en las concentraciones de CO2 y de otros gases de efecto invernadero en la atmósfera. La situación actual debe ser vista como una oportunidad para impulsar, sin demora, un cambio drástico en los modelos energético y económico hacia un paradigma socioambiental basado en la sostenibilidad, la eficiencia económica y la solidaridad entre los pueblos.