La figura del compositor chileno Juan Orrego Salas (Santiago de Chile, 18 de enero de 1919-Bloomington, Indiana, E.E.U.U., 24 de noviembre de 2019) se alza como una de las personalidades más importantes, influyentes y referenciales de la creación sonora académica de Iberoamérica en el siglo XX. Testigo y coautor del florecimiento de la composición latinoamericana y de los foros panamericanos, Orrego Salas pertenece a la segunda oleada de grandes creadores iberoamericanos del siglo XX que – junto a compositores como el argentino Alberto Ginastera o el panameño Roque Cordero – proyectaron y trascendieron el marco nacionalista al que la música latinoamericana se había visto constreñida después de Heitor Villa-Lobos, los mexicanos Carlos Chávez y Silvestre Revueltas o los cubanos Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla. En Orrego Salas confluyen compositor, musicólogo, docente, gestor y crítico musical además de un verdadero adalid de la promoción de la música latinoamericana como fundador del LAMC (Latin American Music Center) en Bloomington, perteneciente a la norteamericana Universidad de Indiana. Un importante rasgo de la personalidad de éste creador chileno es su “españolidad” vertida en varias obras de su catálogo compositivo entre las que destaca la cervantina Palabras de Don Quijote. El presente artículo, producto de dos artículos anteriores que sobre Juan Orrego Salas tuve ocasión de llevar a cabo, pretende ser un homenaje a este factotum musical con motivo del año de su centenario y fallecimiento, 2019. En la primera parte se realiza un breve recorrido por su figura musical cuya pertinencia se explica por el incomprensible desconocimiento que de la creación musical iberoamericana y sus figuras se tiene, en ocasiones, no solo en geografías no americanas sino en los propios países de Latinoamérica. La segunda, y más extensa parte de este escrito, consiste en un análisis de Palabras de don Quijote en la que el compositor chileno proyecta su devoción por el universal autor de Don Quijote de La Mancha, al tiempo que hace suyos los valores del “caballero andante” para transitar su recorrido vital como hombre y creador, ejemplo de honestidad y coherencia ética e intelectual.